Intensidades de niño


Procura vivir con la misma intensidad que un niño

Pragmatismo: 
no espera que le lleguen los recursos ideales para comenzar a trabajar, se arremanga y se pone manos a la obra. Cada progreso, por pequeño que sea* hace aumentar su confianza y la de quienes lo rodean, y los recursos acaban apareciendo. 
Aprendizaje: 
quien persigue un sueño suele ser alguien con un gran interés en un área determinada, y cuya capacidad de observación lo lleva a encontrar nuevas soluciones para viejos problemas. Pero este aprendizaje sólo se logra con la práctica y la renovación constante.
Seducción: 
nadie puede sobrevivir aislado en un mundo competitivo. Consciente de ello, quien persigue un sueño consigue que los demás se interesen por sus ideas. Y se interesan confusiones y errores no tienen nada que ver con su talento: es capaz de sonreír cuando da un paso en falso, pues sabe que podrá corregir su movimiento más tarde. 
Contagio:
tiene la capacidad única de hacer que los que lo rodean perciban que vale la pena seguir su ejemplo. Por eso, aunque a veces se sienta incomprendido, jamás se sentirá solo. 
Impaciencia: 
quien persigne un sueño no se sienta a esperar que las cosas sucedan por sí solas; ve en los problemas de ayer las oportunidades de hoy. Por su impaciencia, a menudo se ve obligado a cambiar de rumbo, pero esa adaptación es lo que lo hace madurar. 
Consciencia: 
quien persigue un sueño sabe que no está solo en el mundo, y que cada gesto suyo tiene una consecuencia. El trabajo que está haciendo puede transformar su entorno. Siendo consciente de este poder, pasa a ser un elemento activo de la sociedad, y eso lo reconcilia con la vida.

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